Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.

El liderazgo juega un rol clave en la creación de las condiciones para ser efectivos en el logro delos objetivos de las escuelas y de los sistemas educativos. Los líderes educativos son fundamentales para establecer relaciones entre los diferentes niveles de educación y formación, las familias, el mundo laboral y la comunidad local, con el objetivo común de mejorar la continuidad de estudios, la inserción laboral o la formación ciudadana.

Los buenos líderes educativos desarrollan una visión estratégica para sus instituciones, actúan como ejemplo tanto para el alumnado como para el profesorado y son clave para crear un ambiente efectivo y atractivo que contribuya al aprendizaje de todos. En este sentido, la cooperación dentro de los sistemas educativos se presenta como un desafío que puede cambiar las lógicas de trabajo competitivo por aquellas en las cuales la colaboración optimiza las capacidades de sus integrantes. Esta colaboración puede asumir distintas formas: desde el trabajo en red hasta agrupaciones más formales de las escuelas. El trabajo en red incluye la unión de docentes y otros integrantes de las escuelas para debatir ideas y compartir buenas prácticas sobre determinados temas, o el intercambio mutuo de recursos en beneficio de las distintas escuelas integrantes y sus comunidades. Normalmente los miembros de una red de trabajo colaborativo construyen una visión y unos procesos de desarrollo y de toma de decisiones comunes; sus representantes se reúnen para compartir recursos o trabajar juntos en iniciativas de mayor envergadura que benefician a las escuelas o a un territorio en conjunto.

Un liderazgo que promueve la colaboración en su territorio o entre los integrantes de una red de trabajo realiza acciones que permiten facilitar la transición entre niveles educativos (v.g. de la educación parvularia a la educación básica o de ésta a la secundaria, incluida la educación y formación profesional); garantiza la continuidad del apoyo a los estudiantes en su trayectoria escolar prestando apoyos permanentes; desarrolla iniciativas que integren a los padres; y fomenta la formación de los docentes y su desarrollo profesional permanente.

Es más fácil alcanzar una cooperación entre las escuelas si se cuenta con líderes que manifiesten una genuina preocupación por los demás. Trabajar en red y de manera colaborativa requiere de talentos generosos dispuestos a fijar metas comunes y diseñar estrategias compartidas que se propongan disponer de sus conocimientos y habilidades al servicio de los demás. El mejoramiento de los sistemas educativos requiere de liderazgos morales dispuestos a otorgarle un sentido respetuoso, comprometido y de pertinencia a las relaciones personales e institucionales, de modo que las jerarquías son posiciones que facilitan las condiciones de dichas relaciones y no los puntos de partida o condiciones para la colaboración. Un líder para la mejora escolar, de una escuela o de un conjunto de ellas, es un actor consciente de su privilegio, que es a su vez, su responsabilidad.

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