He tomado conocimiento del avance de un estudio en el cual se da cuenta de los resultados que obtienen los estudiantes de segundo medio, tanto en lenguaje como en matemática, según la medición del Simce. Una conclusión categórica: los establecimientos escolares que tienen dueños que han expresado su voluntad a través de sociedades comerciales anónimas; sociedades comerciales limitadas, preferentemente familiares; y personas naturales, es decir, personas jurídicas o naturales con fines de lucro, sus estudiantes tienen más bajos resultados de los sostenedores educacionales que carecen de la finalidad de lucrar con el servicio educativo, como son las fundaciones y corporaciones confesionales y no confesionales y los establecimientos administrados por las municipalidades.
Pareciera ser que el tipo de administración importa, que la finalidad de obtener utilidades económicas y los buenos resultados escolares no se llevan bien. En efecto, en los cuatro quintiles de más bajos ingresos, donde se encuentran la educación municipal con la particular subvencionada, al separar esta última en con fines de lucro y sin fines de lucro, los aprendizajes de los alumnos, según el Simce, en los establecimientos con fines de lucro, son los más bajos. Los padres debieran tener mayor cuidado al elegir el establecimiento escolar para sus hijos, aquellos con fines de lucro no tienen toda su atención centrada en mejorar el servicio educacional, sino en generar excedentes que permitan obtener ganancias por la inversión realizada y por lo tanto empobrecen el proceso de enseñanza. En cambio, los establecimientos escolares que dependen de los municipios y de fundaciones o corporaciones, que por definición no buscan lucrar con el servicio que prestan, tienen un foco, una preocupación: ofrecer un servicio educacional de calidad, y como consecuencia de ello, los aprendizajes de sus estudiantes son superiores.
Esto no sólo es privativo del sistema escolar chileno. El sistema universitario norteamericano, que acepta el lucro, no tiene ninguna institución de renombre internacional que destaque por su calidad; las más famosas de sus universidades o son estatales o son sin fines de lucro. En nuestro país, las universidades privadas que han desacreditado la ampliación de la cobertura y que han truncado los sueños de muchos de nuestros jóvenes, pertenecen a sociedades comerciales nacionales e internacionales. El lucro no se lleva bien con la educación de calidad.
Hay razones éticas y técnicas para oponerse al lucro en la educación. Hay razones políticas para hacerlo, por lo tanto, más allá de los intereses afectados, estos son intereses privados que no pueden estar por sobre el interés general de la nación. Con urgencia se requiere tomar medidas que tiendan a la eficacia educativa, que incrementen las capacidades de las personas para enfrentar un futuro cada vez más incierto y exigente, y una que reclamamos todos, es esta, que la educación sea un servicio administrado sin fines de lucro, que prime su condición de derecho al de bien de consumo, y si bien las familias tienen derecho a invertir en la educación de sus hijos, los administradores deben utilizar esos recursos en esa finalidad y no desviar los esfuerzos de las familias chilenas al enriquecimiento personal.