Ayer asistí a un seminario sobre la vinculación de la educación con los temas de la identidad cultural, en el cual, los docentes de la Escuela Especial Antu-Kau de Castro realizaron una excelente presentación acerca del proceso de creación pedagógico-cultural que han implementado y que ha logrado mejorar la autoestima, inserción social y los aprendizajes de los estudiantes y sobre todo, le ha otorgado sentido a su trabajo docente con niños, niñas y jóvenes con limitaciones severas. Una experiencia que muchas escuelas “normales” debieran seguir.
Mientras escuchaba a mis colegas, no pude dejar de pensar en el conjunto de medidas que esta semana lanzó el gobierno, las que ha titulado como una “verdadera revolución”, que de revolucionario no tienen nada: algunas ya existían y se remozaron, como las becas para atraer mejores estudiantes a las pedagogías; otras son continuidad de mecanismos existentes, como el fondo de retiro de profesores y el aumento de la subvención preferencial; y otras, son profundización de medias implementadas con anterioridad, como los incentivos a los docentes y directores. De hecho, muchos municipios y sostenedores privados del país han implementado por años premios al logro de metas colectivas e individuales.
Pero en realidad, lo que me gatilló dicha exposición, fue cerciorarme de la gran diferencia que existe entre quienes creemos que la educación debe tener un carácter comunitario y centrado en el valor de la persona humana, y entre aquellos que creen que la educación debe potenciar el logro de metas y el éxito individual. En efecto, soy de los que cree que el proceso educativo tiene un profundo sentido humanista, que la labor de la escuela es detectar y llevar a su máxima expresión los talentos que todos tenemos y que nos permiten desarrollarnos como seres humanos, realizar un aporte al mejoramiento de las condiciones de la vida en sociedad y trascender en lo que hacemos con los demás. Creo que el trabajo docente es esencialmente de equipos, colaborativo, solidario y complementario, y por lo tanto, los logros y gratificaciones son también comunes y de todos
En cambio, la educación centrada en los valores del individualismo promueven la competencia, ganarle al otro hasta anularlo (sacarlo de la competencia). Promover con incentivos para que un profesor le gane a otro es llamar a empobrecer el trabajo docente, es llamar al egoísmo personal y social donde cada uno se las arregla como puede, con las armas que tenga a su alcance. Premiar el éxito de alumnos y profesores individualmente es un llamado a construir una sociedad donde los más fuertes y poderosos siempre ganarán. Promover el individualismo es promover el materialismo, el tener más para ser mejor considerado en el mundo laboral y social, promover la competencia exacerbada en la educación es un camino contrario a la base humanista que la inspira.
No todas las satisfacciones y reconocimientos deben ser en dinero. Las medidas del gobierno pretenden acallar las críticas ofreciendo dinero a los estudiantes de pedagogías, ofreciendo dinero a los profesores en ejercicio, ofreciendo dinero a los directores, ofreciendo dinero a los profesores para que jubilen y a los jubilados. Cuando el dinero es nuestro, la generosidad suele faltar; pero cuando es de todos, pareciera ser que es de nadie.
Mientras escuchaba a mis colegas, no pude dejar de pensar en el conjunto de medidas que esta semana lanzó el gobierno, las que ha titulado como una “verdadera revolución”, que de revolucionario no tienen nada: algunas ya existían y se remozaron, como las becas para atraer mejores estudiantes a las pedagogías; otras son continuidad de mecanismos existentes, como el fondo de retiro de profesores y el aumento de la subvención preferencial; y otras, son profundización de medias implementadas con anterioridad, como los incentivos a los docentes y directores. De hecho, muchos municipios y sostenedores privados del país han implementado por años premios al logro de metas colectivas e individuales.
Pero en realidad, lo que me gatilló dicha exposición, fue cerciorarme de la gran diferencia que existe entre quienes creemos que la educación debe tener un carácter comunitario y centrado en el valor de la persona humana, y entre aquellos que creen que la educación debe potenciar el logro de metas y el éxito individual. En efecto, soy de los que cree que el proceso educativo tiene un profundo sentido humanista, que la labor de la escuela es detectar y llevar a su máxima expresión los talentos que todos tenemos y que nos permiten desarrollarnos como seres humanos, realizar un aporte al mejoramiento de las condiciones de la vida en sociedad y trascender en lo que hacemos con los demás. Creo que el trabajo docente es esencialmente de equipos, colaborativo, solidario y complementario, y por lo tanto, los logros y gratificaciones son también comunes y de todos
En cambio, la educación centrada en los valores del individualismo promueven la competencia, ganarle al otro hasta anularlo (sacarlo de la competencia). Promover con incentivos para que un profesor le gane a otro es llamar a empobrecer el trabajo docente, es llamar al egoísmo personal y social donde cada uno se las arregla como puede, con las armas que tenga a su alcance. Premiar el éxito de alumnos y profesores individualmente es un llamado a construir una sociedad donde los más fuertes y poderosos siempre ganarán. Promover el individualismo es promover el materialismo, el tener más para ser mejor considerado en el mundo laboral y social, promover la competencia exacerbada en la educación es un camino contrario a la base humanista que la inspira.
No todas las satisfacciones y reconocimientos deben ser en dinero. Las medidas del gobierno pretenden acallar las críticas ofreciendo dinero a los estudiantes de pedagogías, ofreciendo dinero a los profesores en ejercicio, ofreciendo dinero a los directores, ofreciendo dinero a los profesores para que jubilen y a los jubilados. Cuando el dinero es nuestro, la generosidad suele faltar; pero cuando es de todos, pareciera ser que es de nadie.
No todas las satisfacciones y reconocimientos deben ser en dinero. Las medidas del gobierno pretenden acallar las críticas ofreciendo dinero a los estudiantes de pedagogías, ofreciendo dinero a los profesores en ejercicio, ofreciendo dinero a los directores, ofreciendo dinero a los profesores para que jubilen y a los jubilados. Cuando el dinero es nuestro, la generosidad suele faltar; pero cuando es de todos, pareciera ser que es de nadie……….podria mandarle este comentario al gerente de la Coproracion de Educacion de maipu?…..ofrece incentivos economicos para aumentar la asistencia a clases lo que constituye un elemento perverso….